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La Filosofia y la esencia del Karate-Do

Los fundamentos del Karate-Do y su relación con la Filosofía, pueden ser motivo de grandes tratados debido a la relación que existe con las líneas de pensamiento oriental, que es milenaria, sin embargo, acá resumiremos algunos puntos trascendentales para entender los fundamentos que influyen en el practicante de Karate-Do.

Partiremos citando al maestro Gichin Funakoshi, considerado el “padre del karate moderno”, quien expone:

“El Karate-Do no consiste tan sólo en adquirir una cierta destreza, sino también en dominar el arte de ser un miembro de la sociedad bueno y honesto”.

Gichin Funakoshi

Lo escrito por el maestro Gichin Funakoshi anteriormente citado resume, en parte, lo que el Karate-Do enseña en sus dojos. Los preceptos filosóficos de la tradición marcial son fundamentos del Karate-Do que practicamos y es sin duda, la esencia de la enseñanza en nuestros dojos. Es por lo demás, una tarea desafiante, ardua, sobre todo en el contexto socio cultural que vivimos, sin embargo, a través de la experiencia de los años de enseñanza que llevan nuestros fundadores creemos que estamos forjando un camino de enseñanza con la impronta Nihon.

Otro aspecto fundamental de la filosofía del Karate-Do es que se basa en los códigos de ética de la tradición japonesa, que pueden ser practicados en nuestra cultura, porque tienen las mismas bases y fundamentos.

La Filosofía del Karate-Do, por lo tanto, se basa en el BUSHIDO: “El Camino del Guerrero”.

El BUSHIDO: es un código de ética que pertenece a la tradición japonesa. Era utilizado por los Samurai, quienes eran en el antiguo Imperio Japonés, guerreros y estrategas de gran valor y referentes para la sociedad imperial del antiguo Japón.

Este código de ética proviene de diferentes pensamientos filosóficos orientales y se pueden reconocer en él 7 valores:

Rectitud

Valentía

Benevolencia

Sinceridad

Respeto

Honor

Lealtad

Aunque en occidente la figura del Samurai es vista como una imagen poética, el Bushido se puede aplicar a nuestra escala de valores y a través de la práctica del Karate-Do, buscar que el carácter de sus practicantes se beneficie de estos preceptos.

Para las escuelas de Karate-Do el principal objetivo no es generar Karatecas de gran destreza, si eso ocurre, es muy bueno, pero lo que en realidad buscamos es entregar buenos ciudadanos y personas de bien.

Arte Marcial vs. deporte

Se puede decir brevemente que el objetivo original del Karate es el dominio de las técnicas de autodefensa. Sin embargo, esto es solo una parte del tema.

Cuando el Karate empezó a popularizarse en Japón, el método de enseñanza no estaba desarrollado y cada maestro mostraba sus conocimientos a su manera. La forma tradicional de enseñar, dando la mayor importancia al dominio de los Kata y sin enseñar muchas técnicas de lucha, aburria a los alumnos. Así pues, y pese a la desaprobación de los maestros, los alumnos “crearon” su propio método de lucha, el Jiyu Kumite (combate libre). Hoy en día, tanto en Japón como en la mayor parte de los paises donde se practica, el Jiyu Kumite es la parte más importante del Karate.

La diferencia entre enseñanza tradicional (Katas) y práctica de combate (Kumite), divide hoy el mundo del Karate en dos variantes: Karate como deporte y Karate como arte. Ambas son válidas, aunque la segunda esté mucho más extendida, pero plantean algunos problemas.

El Karate como deporte es muy espectacular, pero también bastante peligroso. Y dejando aparte el hecho de la posibilidad de accidentes, resulta bastante incompleto en dos sentidos:

A nivel técnico. Poco a poco se filtran y se van dejando de lado aquellas técnicas que no son útiles en competición, pese a que fuera de un ring, y sin árbitros, pueden ser más prácticas.

A nivel mental. Si solo se aprenden técnicas de lucha, dando importancia a ganar en competición, todos los beneficios que trae consigo la práctica del Karate, se reducen al beneficio sobre la salud de la practica regular de un deporte (lesiones a un lado), sin ningún desarrollo colateral del carácter y el autocontrol.

El Karate artístico tradicional, digamoslo claramente, resulta aburrido para el común de la gente. Los beneficios de la repetición monótona y continuada de los Kata no se asimilan hasta después de mucho tiempo de práctica. De hecho, este es el motivo de que actualmente domine el Karate de competición en la mayoría de los gimnasios.

Sin embargo, el Karate es mucho más que estas dos formas de practicarlo, e incluso la suma de ambas. Dedicarse tan solo al estudio del combate o las técnicas de los Kata, es un estudio parcial.

Karate Budo

La diferencia fundamental entre el Karate Budo (el Karate como Arte Marcial) y el Karate deportivo reside, a mi entender, en el hecho de que éste último no tiene contacto alguno con la esencia del Budismo Zen, el cual, en cambio, se encuentra muy presente en el Karate tradicional.

El Karate Goju Ryu de Okinawa está enraizado en el Budismo Zen; concretamente deriva del boxeo chino del templo Shaolin, creado por los monjes de esta religión. En consecuencia, el Goju Ryu tradicional ha heredado el verdadero espíritu del Zen. El maestro Chojun Miyagi, creador de este estilo, afirmó que la meta del Karate es la misma que la del Budismo Zen, es decir, alcanzar la iluminación espiritual.

En la actualidad, el Karate deportivo se ha hecho popular en todo el mundo. Pero si insistimos demasiado en el aspecto deportivo, el espíritu del Budo se perderá, y las técnicas originales del arte marcial quedarán modificadas, perdiendo su significado real. Así, el público tendrá una idea erronea sobre el significado del verdadero objetivo de este arte.

Por esta razón tengo la convicción personal de que todos los karatekas, practiquen el estilo que practiquen, deben conocer el Karate Budo. Sin este punto de referencia, poco a poco, las técnicas y el espíritu del Karate irán muriendo y, en el futuro, el Karate quedará reducido a una simple práctica deportiva de lucha.

Texto del Maestro Toshio Tamano

El Karate no se considera tan solo un método de defensa personal, sino un camino a seguir en la vida, una forma de pensar y de actuar basada en el respeto a los demás.

El practicante de Artes Marciales debe impregnarse del Bushido (código del guerrero). Hay que pensar que, independientemente de nuestra edad, sexo u ocupación, todos nosotros somos en cierto modo guerreros, siendo la vida diaria nuestro campo de batalla. El que salgamos airosos o no del mismo dependerá de cuanto luchemos por mejorarnos en todas las cosas a nuestro alcance: la cultura, conocer nuestro mundo, respetar a los demás y a nosotros mismos.

Para recordarnos esto, en la entrada a los Dojos aparece escrita una serie de “normas”, en realidad un código de conducta en el Dojo, que no ha de quedar limitado a dentro del mismo. Esta serie de normas recibe el nombre de Dojo Kun. Cada estilo de Karate tiene las suyas propias, aunque si se estudian en profundidad puede verse que, aunque las palabras varían, es significado final viene a ser el mismo.

Jutsu y Do

“No existe puerta en el camino de la vida que rehuse abrirse ante aquellos que quieren pasar. Si quieres ir a cualquier parte, no importa qué camino elijas, hay miles y todos son buenos. Si, con suerte, alcanzas tu meta, el camino desaparecerá y tú te convertirás en el camino”.

“No hay un camino para vuestra vida. Vosotros mismos sois el camino”.

Extracto del capítulo “Jutsu y Do – El Arte y el Camino”, del libro de Seikichi Toguchi: “El Zen y el Camino del Guerrero”.

Estos son dos dichos que se oye repetir a menudo a los budistas Zen. Ilustran bien la complejidad del concepto de “Do” -el camino. Sin embargo, también es evidente que el camino es lo bastante accesible como para que se le pueda encontrar en nuestra vida diaria.

Hoy en día, hacemos referencia a la mayor parte de las artes marciales con el apelativo “-Do”: por ejemplo, Karate-Do. En sus orígenes, todas las artes marciales se llamaban “Jutsu” (técnica). La esgrima era Ken-Jutsu, el tiro con arco, Kyu-Jutsu, el Karate, Karate-Jutsu, y así con todas. Cuando Jigoro Kano, el fundador del Kodokan y el Judo moderno, cambia el nombre de Jyu-Jutsu por Jyu-Do (Judo), numerosos artistas marciales siguieron su ejemplo. Ken-Do, Kyu-Do, Karate-Do.

¿Por qué este cambio? Para comprenderlo, hemos de conocer la diferencia entre Jutsu y Do. Jutsu se refiere a la destreza, al grado o al nivel de habilidad, o a la competencia técnica, que solo algunas personas pueden alcanzar en determinadas disciplinas, después de muchos años de un duro entrenamiento especializado. En los tiempos antiguos, los artistas marciales, cualquiera que fuese su disciplina, trataban de lograr este nivel técnico de Jutsu.

Do, por otra parte, vá mucho más lejos. Como ya hemos mencionado, significa “camino”. En un sentido alegórico, este camino es el camino de la vida, el camino que todos los hombres deben seguir para hacer realidad su naturaleza profunda. Para el budismo Zen, la meta de la vida es la iluminación espiritual, y el Do es el camino hacia esta iluminación.

También es esta iluminación la meta de las artes marciales. Incluso en los tiempos antiguos, el practicante de un arte marcial se esforzaba en llegar al Jutsu, no por la técnica en si misma, sino como un medio de seguir el Do y de alcanzar la iluminación. Para revelar al mundo moderno su aspecto profundo, las artes marciales han cambiado sus nombres de Jutsu a Do. Así, Karate-Do significa el camino hacia la iluminación a través de la práctica del Karate.

Seguir el Do puede ser para nosotros algo fácil y natural. Pero debe seguirse este camino toda nuestra vida si queremos realizar nuestra verdadera existencia y ser realmente nosotros mismos. De este modo, seguir el camino puede ser a la vez fácil y natural, y extremadamente difícil. La mayor parte de nosotros no es capaz de encontrar el camino, o, una vez encontrado, mantenerlo. Hace falta un espíritu fuerte, y perseverancia. La vida de los monjes Zen es un ejemplo de, a la vez, la simplicidad y la dificultad del camino.

En el Dojo de Karate siempre somos muy corteses entre nosotros. Una vez fuera de éste, algunos nos dejamos dentro la cortesía y los buenos modales. Somos una persona dentro del Dojo, y otra fuera. Muchos alumnos piensan que es posible que vayamos al Dojo para aprender cortesía y buenos modales al mismo tiempo que las técnicas del Karate. Por supuesto, está bien que se aprendan estos aspectos del Karate: es mejor que no aprender nada en absoluto. Pero este no es el verdadero sentido del Karate. No quiero decir que no tengais necesidad de aprender cortesía y modales: más bien que ya deberiais conocerlos antes de entrar al Dojo.

Debo añadir que en un Dojo de Karate debeis aprender algo más elevado que las técnicas y que las cortesías, si pretendeis encontrar allí el camino. El Karate debe impregnar por completo vuestra vida, tanto dentro como fuera del Dojo. Debeis convertios en una sola persona, vosotros mismos, vuestro auténtico “yo”.

 

Extracto de Post de hpinven y publicación del blog de Karate USACH

A la Búsqueda del Do

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Podríamos apuntar como un aspecto genérico, que el budismo pretende conseguir la felicidad para todos los seres sensibles del universo, entendida ésta como un estado lo más permanente posible de ausencia de todo sufrimiento, ofreciendo al individuo refugio en lo que se denominan las “Tres Joyas”: Buda en sí mismo, el Dharma (el conjunto de enseñanzas budistas) y la Shanga (la comunidad de personas practicantes que pueden en todo momento prestarnos su ayuda y orientación).

El Dharma presenta diferentes vías prácticas o sistemas que permiten a la persona encontrar fórmulas de liberación o al menos de mejora y evolución personales. Son las denominadas “Do”, o “Caminos”. Siguiéndolos, desarrollamos aspectos positivos que conducirán al hombre hacia karmas positivos con consecuencias, por lo tanto, positivas. Estos nos conducen a los fines universales del amor y la compasión , y se nos muestran trabajando diferentes valores, como el respeto propio y hacia los demás, la protección de la vida, el control emocional, el conocimiento físico y su fragilidad, y la incidencia de las diferentes formas sensoriales sobre el ser sensible, entre otros.

Desarrollar los diferentes artes “Do” requeriría un enorme espacio que no supone la finalidad última de este ensayo, por lo que nos centraremos en las características generales de aquellas que nos son más afines por su esencia marcial.

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Artes Budo

Éstas aparecen como una evolución de les técnicas  utilizadas originariamente para la guerra. La introducción del budismo como  base filosófica en la clase Samurai hace que tomen formas donde se buscan finalidades antagónicas con su aparente objetivo inicial, por ejemplo, el respeto a la vida y el amor. ¿Cómo es esto posible? En el Geiko (entrenamiento) el practicante aplicará y desarrollará los aspectos del Dharma budista utilizando conceptos como los que se citan a continuación:

  1. Auto-conocimiento corporal y toma de conciencia de la realidad y fragilidad del cuerpo humano.
  2. Respeto y amor hacia el adversario. Este último aporta sabiduría al practicante, y es indispensable para su evolución mediante la sincera comunicación entre ambos en la aplicación y realización de les técnicas en el randori (combate).
  3. Control físico y emocional.
  4. Auténtica visión sobre la proporción causa – efecto en las incidencias externas sobre el hombre y su actuación racional de respuesta.
  5. Utilización de sistemas de meditación y control respiratorio: Za Zen.
  6. Aplicación de códigos éticos personales: honestidad, respeto, compasión, valor, paciencia, humildad, honestidad, fidelidad (muchos de ellos aparecen reflejados en el Bushido Samurai).
  7. Evolución positiva de la personalidad a partir del conocimiento y aceptación de nuestras carencias y debilidades, así como un espíritu de superación y mejora de éstas.

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 Relación Cuerpo-Mente

El practicante de las Artes Budo intenta desarrollar y aplicar la relación existente entre cuerpo y mente. Desde hace ya muchos años, existen estudios clínicos y científicos donde se pone de manifiesto la efectiva relación entre las actividades cerebrales y neurológicas, y su incidencia orgánica i/o motriz. Por otro lado, es por todos conocido el efecto que la actividad física aporta (aunque sea tan solo utilizada como medio lúdico-deportivo) en los estados de ánimo del individuo para el control de aspectos como la ansiedad, tensión, depresión, u otros desequilibrios emocionales. Esta relación ha de ser recíproca, y el Budoka trabajará un factor buscando incidir positivamente en el otro. Por lo tanto, el trabajo físico mediante el Geiko intentará obtener resultados óptimos en los componentes conducentes a estados mentales de máximo equilibrio (relajación, tensión – distensión, control de la ansiedad y  la compulsión, conducción emocional del miedo, el pánico o el exceso desmesurado de confianza, etc.) así como otros de naturaleza más espiritual o conceptual, como ya he comentado con anterioridad, que sin duda también incidirán en los procesos psíquicos de la persona. El trabajo mental, utilizará entre otros, aspectos como la meditación mediante ejercicios respiratorios y posturales (Za Zen), y también de reflexión conceptual basada en el Dharma budista, buscando así resultados beneficiosos sobre el cuerpo físico a partir de determinados estados de conciencia y espirituales. Ambos procedimientos forman un corpus i deberían ser realizados de forma conjunta, dado que uno interactúa indivisiblemente con el otro, como un Yin – Yang.

Autor: Renshi Joaquim Villalta, 5º Dan Goshindo Sailly System, joaquimvillalta@vodafone.es, Tlf: 607 50 45 81, Dojo Balla Shen Dragon. Ctra de Castellar 220. 08222 Terrassa

Publicado: El Budoka, Editorial Alas

Yamabushi

Fotografía de un sōhei, el cual es a veces confundido con el yamabushi. Imagen del siglo XIX.
Yamabushi (山伏 «el que se oculta en las montañas»?), es una clase de eremitas budistas japoneses seguidores de la doctrina del Shugendō, una integración del budismo esotérico de la escuela Shingon con elementos del taoísmo y el sintoísmo. Habitualmente, los yamabushi llevaban una vida solitaria y ascética en las montañas, aunque también podían asociarse con ciertos templos, y también fueron conocidos por participar en batallas al lado de samuráis y sōheis.
 
En la actualidad, el término ubasoku-yamabushi es usado para designar a practicantes del shugendō. Esta religión hace un gran énfasis en el ascetismo y en pruebas de resistencia, y todavía puede verse hoy en día representada en los sacerdotes de túnica blanca portadores de horagai en el lugar sagrado del shugendō, Dewa Sanzan, y en las montañas sagradas de Kumano y Omine.
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Los Yamabushi comenzaron como yamahoshi, grupos aislados en la montaña de ermitaños, ascetas o hijiri (聖 “hombres santos”), quienes seguían el camino del shugendo, una búsqueda de las energías espirituales, místicas o sobrenaturales obtenidas a través del ascetismo. Se desconoce el fundador de esta tradición, pero muchos son los mitos que señalan como tal a En no Gyoja, personaje que presenta, en muchos casos, similitudes con la leyenda del mago Merlín en Inglaterra. Los hombres que siguieron este camino recibieron numerosos nombres, por ejemplo, kenja, kenza y shugenja. Estos místicos de la montaña llegaron a ser conocidos por sus habilidades mágicas y conocimientos de lo oculto; siendo solicitados como curanderos, sanadores o médiums, conocidos como miko.
 
La mayor parte de estos ascetas, además de su dedicación al shugendo, estudiaban las enseñanzas de la Escuela Budista del Tiantai (Tendaishū) o bien las del budismo Shingon, establecido por Kobo Daishi en el siglo VIII. Shingon fue una de las primeras escuelas esotéricas del budismo japonés, según la cual la iluminación se consigue a través del aislamiento, el estudio y la contemplación tanto de uno mismo como de la naturaleza y del mándala, imágenes esotéricas propias de la filosofía budista. Las escuelas Shingon y Tendaishū encontraron en las montañas el lugar ideal para esta clase de aislamiento y la contemplación de la naturaleza.
 
En sus retiros en la montaña, estos monjes no sólo estudiaron la naturaleza y los textos e imágenes religiosos y espirituales, sino también una variedad de artes marciales. Es cuestionable la idea de que, desde ese aislamiento, tuvieran que defenderse de bandidos, samuráis u otros monjes, pero la idea de estudiar artes marciales como medio de mejora personal en lo mental y lo espiritual, no exclusivamente en lo físico, ha sido siempre un elemento presente en la cultura japonesa, más allá de las exigencias específicas de cualquier secta religiosa. Así, al igual que los sohei, los yamabushi llevaron a ser tanto guerreros como monjes.
 
Mientras que su reputación como conocedores de lo místico iba aumentando, al igual que su organización, muchos de estos maestros de las disciplinas ascéticas comenzaron a ser designados a las altas posiciones espirituales en la jerarquía de la corte. Los monjes y sus templos comenzaron a ganar influencia política. Durante el período Nanboku-cho, en los siglos XIII y XIV, los yamabushi habían formado cohortes organizadas llamadas konsha. Éstas, junto con los sōhei y otros monjes, comenzaron a tomar la dirección desde los templos centrales de sus sectas. Ayudaron al emperador Go-Daigo en sus tentativas por derrocar al shogunato de Kamakura, demostrando sus habilidades de guerrero llegando a desafiar a los ejércitos de samuráis del shōgun.
 
Varios siglos más tarde, durante el período Sengoku, los yamabushi se podían encontrar entre los consejeros y los ejércitos de prácticamente cada competidor importante para el dominio de Japón. Algunos, conducidos por Takeda Shingen, ayudaron a Oda Nobunaga contra Uesugi Kenshin en 1568, mientras que otros, incluyendo al abad Sessai Choro, apoyaron a Tokugawa Ieyasu. Muchos lucharon junto a los también monjes, los Ikko-ikki, contra Oda Nobunaga, quien los derrotó, poniendo fin a la época de los monjes guerreros.
 
Costumbres
 
Los sacerdotes japoneses Yamabushi son religiosos únicos en el Japón.
 
Actualmente se cree que pertenecen al budismo japonés, ya que entre los budistas de China, Corea e India no existe esta costumbre. La tradición yamabushi existió en Japón aun antes de que el Budismo fuera importado en el siglo VII. La ropa usada por los yamabushi es básicamente blanca, aunque pueden encontrarse otros colores. En la frente se colocan una pequeña caja negra llamada tokin, que se ata a su cabeza con un cordón negro.
 
Armas y Estilo
 
Como los demás monjes guerreros, los yamabushi eran expertos en el uso de una amplia variedad de armamento. No debe sorprender encontrar referencias a ellos luchando con arco (yumi) o con espada larga y espada corta (daisho). Sin embargo, al igual que sucedía con los sōhei y los ikkō-ikki, el arma más utilizada por los yamabushi era la naginata.
 
Además de sus capacidades espirituales o místicas, a menudo se atribuye a los yamabushi un nivel experto en la práctica del ninjutsu, el arte de los ninja. Se sabe que los monjes de la montaña habían luchado junto a los ninja, ayudándolos de múltiples maneras desde la clandestinidad. Y se sabe que una práctica común de los ninja era disfrazarse de monjes o ascetas de la montaña, para pasar más fácilmente inadvertidos en ciertos ambientes. Muy probablemente, esto último pudo haber sido fuente de confusión, puesto que parece inverosímil que un número significativo de yamabushi llegasen a ser expertos en ninjutsu.

Técnicas de meditación de las artes marciales

En «Meditación y las artes marciales», Michael L. Raposa explica que las artes marciales simplemente utilizan formas comunes de meditación e implementan esas técnicas como un componente del entrenamiento. Los chinos pensaban en las artes marciales como un camino para la iluminación espiritual, o el Tao. En «Mente sobre materia: las artes marciales más altas», el maestro del Tai Chi Shi Ming explicó que el proceso de refinar la conciencia propia es la base absoluta del entrenamiento superior en artes marciales. A través de la conciencia, Shi Ming no se refería a un ideal ordinario cualquiera, sino a «una condición en la que el cuerpo y la mente se fusionan, el espíritu y la materia se unen».

Meditación chi con respiración

Todas las artes marciales contienen prácticas que requieren respiraciones profundas y abdominales, con exhalaciones más largas que las inhalaciones. Este tipo de respiración es realizada para hacer circular el chi, o la energía del cuerpo. El profesor James Noel enseña en el seminario The San Francisco Theological que el chi debe fluir «de manera circular a lo largo de la órbita microscópica, desde la parte de arriba de la cabeza hasta el coxis, o las plantas de los pies, y de nuevo hasta la cabeza». Se cree que el exceso de energía o chi se almacena debajo del ombligo. La meditación chi con respiración se enfoca en la respiración para hacer circular y advertir los niveles de chi presentes en el cuerpo.

Meditación de autocontrol y disciplina

Las artes marciales también usan la meditación para limpiar la mente de los pensamientos negativos que impidan la práctica marcial o puedan considerarse como una debilidad en combate. Al observar la mente, el practicante se vuelve más consciente de sus atributos escondidos, como la ira y la envidia. Esta técnica de observación de la mente también se utiliza para generar un enfoque preciso. El objetivo de sentarse quieto y enfocar la mente es crear un practicante enfocado y disciplinado. Respirar profundamente y deliberadamente al estar parado o sentado y concentrarse en pensamientos inamovibles de fortalecimiento es uno de los modos en los que los practicantes enseñan esta técnica.

No mente

«No mente» es el estado mental atribuido al budismo zen japonés. El profesor Noel explica que, en este estado, un practicante no percibe un oponente. Se cree que se convierte en el oponente y sabe qué movimientos se harán en la batalla antes de que se hagan. También llamada Bunkai, esta meditación es la esencia de todas las técnicas de meditación zen, que involucran vaciar la mente de contenido. También se la utiliza en las artes marciales para desarrollar paciencia y disciplina.

La Espiritualidad de las Artes Marciales


Las Dimensiones Espirituales de las Artes Marciales
por Robert James Buratti
Julio de 2004

     «Aquel que desee vivir en un arte marcial oriental, más bien que sólo practicarlo en un nivel físico, debe entonces entrenar su conciencia para alcanzar una autodisciplina, de modo que al final su mente consciente se mezcle en una identidad con el mismo principio de la vida misma» (Maurice Zalle).

          La práctica tradicional de las Artes Marciales está experimentando ahora una especie de renacimiento, y esto es en gran parte debido al hecho de que muchas personas están comprendiendo la existencia de los componentes espirituales esotéricos que están detrás de algunos estilos ampliamente conocidos. Las Artes Marciales ya no son consideradas como remanentes de viejas culturas sino como métodos válidos y eficaces de conseguir un crecimiento espiritual. Ellas realmente fueron formuladas para dicho propósito desde el principio.

Una Herencia Espiritual

     En el año 475 el monje indio Bodhidharma llegó al Sur de China. A su llegada él se trasladó a la provincia Huan donde pasó nueve años en meditación, entre las paredes rocosas de una cueva. Cuando el monje emergió de su retiro, se topó con un pequeño templo de montaña aproximadamente a una milla de distancia [1½ km.] llamado Shaolin. Bodhidharma quedó impresionado al ver el deplorable estado físico de los monjes del Templo Shaolin, quienes practicaban ejercicios de meditación durante largos períodos que, mientras los hacían espiritualmente fuertes, destruían totalmente su estado físico.

     Bodhidharma creó para los monjes un régimen de ejercicios que implicaba técnicas físicas que eran eficientes para el reforzamiento del cuerpo y que eventualmente podrían ser usadas para defenderse de los inevitables ladrones de caminos y otras bandas, abundantes en el área entonces. Esta última utilidad era un simple beneficio adicional de la práctica. La primera era el objetivo principal. El interés primario era siempre mantener la fuerza física de los monjes para el propósito de la meditación. Estos ejercicios físicos evolucionaron hacia lo que ahora conocemos como Artes Marciales.

     Entre la miríada de opciones contemporáneas para desarrollar el espíritu, las Artes Marciales permanecen como uno de los sistemas más antiguos y más universalmente eficaces para la enseñanza de ideas internas que despiertan la dimensión espiritual en todos los aspectos de la vida.

El Camino Físico hacia la Iluminación

     El verdadero valor de estudiar las Artes Marciales radica no en el aprendizaje de la técnica o sistema mismo, sino en la adquisición de cualidades internas particulares que son desarrolladas a través del proceso de aprendizaje. Los ejercicios físicos son los ejemplos concretos de principios filosóficos abstractos. Los sistemas de destreza con los pies enseñan al estudiante acerca de las cualidades de la energía, de flujo y reflujo, y el potencial tanto creativo como destructivo. Los patrones de trabajo con las manos enseñan al estudiante acerca del equilibrio, la dinámica y la intuición del espíritu natural.

     Las acciones de bloqueo, desvío, golpe, rotura y lanzamiento, todas contienen conceptos que pueden ser aplicados al espíritu humano. Entonces en el combate unimos estos conceptos, y en el proceso descubrimos nuestra propia naturaleza que es obligada a manifestarse bajo una tensión y una presión extremas.

     Uno nunca se ve confundido tanto como cuando está bajo ataque. En este acto es probado el temple de cada uno, y de allí se surge con una nueva visión de sí mismo y, en muchos casos, con una visión del verdadero Yo. Éste es un primer paso para la auto-comprensión.

     El legendario esgrimista japonés Myamoto Musashi descubrió que mientras más él buscaba la habilidad y la eficacia en su entrenamiento, más él buscaba la habilidad y la eficacia en todas las cosas. Él comenzó a buscar el objetivo más profundo en todo lo que él hizo.

     Trabajando en la agricultura, él tomó la tierra que había quedado inutilizable por las inundaciones anuales y la convirtió en tierra productiva construyendo sus diques y campos según la forma del flujo natural del agua. Los agricultores construyeron un santuario en su honor por sus conceptos y rezaron en aquel lugar diariamente. Él encontró que cada parte de su vida afectaba a cada otro aspecto, y comenzó a buscar la espiritualidad en todas las áreas de su vida.

     El combate hace grandes demandas a las capacidades del guerrero. Tales demandas actúan como poderosas situaciones de aprendizaje para el auto-descubrimiento y la auto-confrontación.

Enfrentando a la Muerte

     «Derrotar a mil enemigos está bien, pero el samurai que se derrota a sí mismo es el más grande de los guerreros» (El Dhammapada).

     Quizá la primera y la más importante de estas situaciones es la confrontación con la muerte. A través de toda la vida nos vemos esporádicamente encarados con la muerte, ya sea a través de la familia, la televisión o la literatura. En el mundo moderno estamos muy familiarizados con la muerte, pero raramente, si es que alguna vez, somos confrontados con la perspectiva de nuestro fallecimiento personal. Pero cuando esto llega, muy probablemente será un acontecimiento repentino e irrevocable e inoportuno del cual no aprendemos nada. El practicante de Artes Marciales ni ignora ni espera la muerte, pero camina derecho hacia ella.

     En las Artes Marciales la muerte es una presencia constante. La actividad entera gira alrededor de ella. El ataque, la defensa y el contraataque son todos realizados como si una verdadera situación de vida o muerte estuviera implicada. Con la habilidad aumenta el vigor de las acciones, y si uno usa armas, uno puede emplear, por ejemplo, una espada desnuda en vez de una espada de bambú o de madera, todo lo cual hace la situación en verdad peligrosa. El practicante encara la muerte y hace la paz con ella, en el conocimiento de que es inevitable. Con este entendimiento, allí no existe más miedo, y el practicante de Artes Marciales es realmente libre ahora.

     Todos los sistemas espirituales establecen una confrontación con la muerte, ya que encarar a la muerte es quizás el elemento más importante de la espiritualidad. Las prácticas preparatorias básicas del budismo implican el reconocimiento de que la vida de uno es corta y que uno puede morir mañana. En el rito Chod del Tíbet, los practicantes visitan un cementerio por la noche (donde los cadáveres son dejados expuestos a los elementos y a los animales carroñeros) e invitan a los demonios a venir y tomarlos. Los cristianos y los musulmanes invitan al Todopoderoso a tomar sus almas en cualquier momento.

     El miedo a la muerte es el mayor obstáculo para el artista marcial. Este miedo tiene una cualidad de rigidez, o de parálisis, o de pérdida del control; uno puede congelarse con el terror, o uno puede entrar en pánico y reaccionar ciega e irracionalmente. Tales reacciones, que se entrometen en el momento crucial en el combate, significarán la muerte, incluso para el luchador técnicamente consumado.

     Pero la libertad con respecto a este miedo incapacitante libera grandes poderes. Hay una historia de un Maestro de la japonesa Ceremonia del Té de la provincia de Tasa, un hombre de ninguna habilidad marcial pero de gran logro meditativo y espiritual. Él por casualidad ofendió a un samurai de alto rango y fue desafiado a un duelo.

     Él acudió al Maestro Zen local para buscar consejo. El Maestro Zen le dijo francamente que él tenía poca probabilidad de sobrevivir al encuentro, pero que él podría asegurar una muerte honorable tratando el combate como él lo haría con el ritual formal de la Ceremonia del Té. Él debería calmar su mente, no prestando ninguna atención a los pequeños ruidos de los pensamientos sobre la vida y la muerte. Él debería tomar la espada con determinación, tal como tomaría el cucharón en la Ceremonia del Té; y con la misma precisión y concentración de la mente con la cual él vertería el agua hirviente en el té, debería avanzar, sin pensar en las consecuencias, y abatir a su opositor de un golpe.

     El Maestro del Té se preparó en consecuencia, abandonando todo temor a la muerte. Cuando llegó la mañana del duelo, el samurai, encontrando el equilibrio total y la intrepidez de su opositor, quedó tan afectado que prontamente pidió el perdón y suspendió la lucha.

     La aceptación y el triunfo mental sobre la muerte es el mayor poder del artista marcial, en el cual él se concentrará en el hecho de que él tiene poco tiempo y que por lo tanto deja a sus actos que fluyan. Cada acto es su última batalla en la Tierra, y sólo con esta filosofía sus actos tendrán su poder legítimo. De otra manera ellos serán, mientras se esté vivo, los actos de un hombre tímido.

     En palabras de una leyenda samurai, «ser tímido está bien si usted ha de ser inmortal, pero si usted va a morir, no hay tiempo para la timidez, simplemente porque la timidez le hace a usted aferrarse a algo que existe sólo en sus pensamientos». Esto lo calma mientras todo está en calma, pero entonces el mundo impresionante y misterioso abrirá su boca para usted, como la abrirá para cada uno de nosotros, y luego usted comprenderá que sus caminos seguros no estaban seguros en absoluto. Ser tímido nos impide examinar y explotar nuestra parte como hombres.

Dominio de la Energía

     Para el artista marcial, la Energía se manifiesta dentro de cada individuo como espíritu, y el espíritu en cada individuo se manifiesta como la mente. Esta Energía o «Chi», como es conocida en China, o «Ki» en Japón, lo impregna todo, y de aquí que sea tanto la conexión más fuerte del artista marcial con su enemigo así como su arma más fuerte contra éste.

     El dominio de esta energía es un elemento central de todas las formas tradicionales de la práctica de las Artes Marciales. Dos expresiones ampliamente reconocidas de este ideal son el arte chino del Tai Chi Chuan, y el arte japonés del Aikido.

     El Tai Chi Chuan integra muchos elementos de la cultura china tales como filosofía y religión, medicina y práctica militar. Obtiene su inspiración para el movimiento principalmente de la filosofía del yin y el yang. Incorpora la teoría de los Cinco Elementos de la cosmología y los principios del Bagua («Ocho Trigramas») junto con el movimiento, creando un flujo continuo de movimiento que refleja las ideas detrás de estas ideologías.

     El símbolo del Yin-Yang, que a menudo se encuentra unido con el Tai Chi Chuan, representa la interacción de Yin y Yang. El Yin y el Yang son mostrados en cantidades iguales, pero la parte Yin del Yin-Yang contiene una pequeña cantidad de Yang, y la parte Yang, una igualmente pequeña cantidad de Yin.

     Los antiguos chinos veían el universo como una unidad enorme con cada parte de él relacionada con y dependiente de cada otra parte. Dentro de esta unidad hay un cambio continuo en un ciclo interminable entre dos compañeros, el Yin (femenino, oscuro, suave, dócil) y el Yang (masculino, duro, agresivo).

   «El universo está completamente hecho de estas dos formas de energía, y a fin de que todas las cosas progresen armoniosamente, las fuerzas de Yin y Yang deben constantemente interactuar la una con la otra. Mientras hacen eso, cada una debe evolucionar, con el tiempo, hacia su opuesta, tal como el día gradualmente se convierte en la noche. Por esta razón, todo lo que parece ser Yin contiene algún Yang y todo que es Yang también contiene algún Yin, sin lo cual el cambio no sería posible» (Chen Lei).

     A partir esta visión de la existencia y la energía fue elaborado el estilo Tai Chi Chuan. Es una expresión física perfecta de la filosofía Yin-Yang y funciona dentro de los mismos parámetros y limitaciones.

     Mientras otros estilos marciales son violentamente rápidos y rígidos, el Tai Chi es lento y controlado, con técnicas que fluyen sin parar entre sí. Tal como la energía del Yin-Yang mantiene un flujo continuo, así lo hace la técnica Tai Chi. No hay una detención y un arranque rígidos, sólo una mímica natural controlada de la energía. Por eso el Tai Chi a menudo es visto como una de las Artes Marciales más gráciles y pacíficas. Tal como la energía es circular en su flujo, todo el ejercicio en el Tai Chi es circular en la dirección, y así como la energía es un fenómeno natural, las posturas de defensa del Tai Chi tienen siempre una forma natural, no rígidas posturas militares como las del boxeo.

     La práctica eficaz del Tai Chi se basa en un entendimiento puro y profundo del Yin-Yang, la visión que el Tai Chi tiene del Chi y del Universo. Sin esta dimensión espiritual de dicho arte, el estudiante no está practicando Tai Chi, sino que él simplemente está realizando movimientos vacíos de poco significado para sí mismo o para el mundo que lo rodea.

     Otra arte que trata con la dinámica de la energía fue fundada por Morihei Ueshiba en 1942. El arte japonés del Aikido fue considerado una continuación de las Artes de los Samurai, y toma prestada la mayor parte de su dimensión y expresión espiritual del Bushido («El Camino del Samurai»), en particular su uso de prácticas tradicionales de espada. Es un sistema relativamente contemporáneo y en gran parte una continuación de los valores y de la cultura japoneses por cuanto es un cultivo de filosofía y espíritu.

     El significado de Aikido es literalmente el «hábil camino de descubrimiento de acumulación de Ki». Ki es la traducción japonesa de Chi, y comparte una definición idéntica. Se sugiere que el Ki «nació» en el mismo instante que el resto del universo, y que nosotros somos todos nacidos del Ki del universo. Todos los organismos vivos tienen un acceso igualitario al Ki, y él recorrerá nuestro sistema si lo permitimos. La práctica diaria del Aikido está dirigida principalmente al mantenimiento de un estado física y emocionalmente equilibrado, y a practicar las formas de cultivar dicha energía.

     Tal como el Tai Chi, el Aikido es una expresión física de este modo de ver el mundo. Por consiguiente, no tiene ninguna forma de ataque, porque atacar a un oponente sería como atacar a un miembro de la familia o de dañar el flujo de la energía del Ki Universal que sostiene al mundo. Una vez más, puesto que el Ki se mueve constantemente, así lo hace el artista marcial, con todo el maniobrar del Aikido ocurriendo en patrones circulares. El Aikido también pone gran atención en el aspecto de equilibrio de la energía, y de aquí que haya creado una conciencia de equilibrio esencial para sus maniobras. Las técnicas principales del estilo implican patrones particulares de lanzamiento y lucha que son precisamente dependientes del perfecto equilibrio de quien lo practica.

     En el Aikido, como en todas las Artes Marciales, el equilibrio físico y el emocional son co-dependientes. El equilibrio físico ayuda a engendrar el equilibrio emocional. Una comprensión de la naturaleza de nuestro espíritu ayudará al practicante a crear una alineación eficaz de pensamiento y acción. Cuando cada aspecto del individuo está alineado, el individuo está mejor capacitado para adaptarse y cambiar.

La Espiritualidad y el Samurai

     El Camino del Zen perpetúa las más antiguas tradiciones budistas. Esto significa el estado natural perfecto de iluminación. El Zen no puede ser racionalizado, sólo experimentado, vivido y realizado. Imposible de conseguir mediante el pensamiento concreto y el análisis, el Camino del Zen es encontrado a través de la práctica meditativa que involucra tanto a la mente como al cuerpo. El Zen puede ser considerado una expresión única del budismo Mahayana. Se originó en las regiones del Norte de la India y posteriormente se trasladó a China y luego a Japón, donde se convirtió en una fuerte influencia a partir aproximadamente de 1190 d.C. en adelante. Ejerció tal influencia, que hasta hace unos años habría sido difícil encontrar una persona de orígenes japoneses nobles que no hubiera sido expuesta a la filosofía Zen.

     El Zen ofrece una perspectiva interesante en el mundo de las Artes Marciales y la espiritualidad, porque se hace difícil ver dónde finaliza la filosofía espiritual y dónde comienza la práctica marcial. Mientras la mayoría de las filosofías de Arte Marcial son un proceso constructivo que nos suministra instrumentos y entendimiento, la experiencia del Zen es un proceso destructivo, en el sentido estricto en que quita de nuestras vidas las cosas que nos impiden la iluminación. La liberación obtenida por el Zen deriva en una autonomía absoluta. No hay dioses, ni denominaciones, y ninguna autoridad superior. Es necesario abandonar todas las muletas y proceder a avanzar sin ayuda.

     El papel del Zen en la sociedad samurai es extraordinariamente complejo. Sostuvo el espíritu guerrero de dos maneras: moralmente, porque el Zen es un sistema que enseña al individuo a no mirar hacia atrás una vez que el curso ha sido decidido; y filosóficamente, porque el Zen trata a la vida y a la muerte con indiferencia.

     El texto clásico «Hagakure» o «Escondido tras las Hojas», atribuído al samurai Yamamoto Tsunetomo, declara que «El Camino del Samurai se encuentra en la muerte», y continúa diciendo que el samurai es poderoso porque su mente ya no está atada ni a la vida ni a la muerte. El samurai «conquistará la inmortalidad muriendo sin vacilación». Los grandes hechos son llevados a cabo cuando uno alcanza el estado Zen de «no-mente».

     Es por este estado Zen de «no-mente» que el manejo de la espada se convierte no en un acto de matanza sino en un instrumento de auto-disciplina espiritual. El individuo, la espada y el objetivo llegan a ser uno y el mismo. La espada se mueve por sí misma bajo la influencia del objetivo sin ninguna decisión individual, siempre encontrando un golpe perfecto. El reconocimiento del dominio en la espada es también el reconocimiento de un grado superior de la espiritualidad Zen. El concepto Zen de «no-mente» es uno de los más influyentes para inmiscuírse en la psique samurai.

     Una mente inconsciente de sí misma es una mente que no es perturbada en absoluto por afectos de ninguna especie. Se trata de la mente original y no de la engañosa que está repleta de afectos. Siempre está fluyendo; nunca se detiene ni se vuelve sólida. Llena todo el cuerpo, difundiéndose por cada parte del cuerpo. Nunca es como una piedra o como un pedazo de madera. Si debiera encontrar un lugar de descanso en alguna parte, no es una «mente de no-mente». Una no-mente no conservará nada en ella. Es por ello llamada mushin.

     Este «vaciamiento de la mente» se aplica a todas las actividades creativas, como el baile y el manejo de la espada. La mente fluye libremente de un objeto a otro, no deteniéndose en ninguna singular preocupación. En este proceso la mente es libre y realiza cada función requerida de ella. Cuando la mente se detiene en un pensamiento singular, pierde su libertad. No puede oír, no puede ver, aun cuando el sonido entra en los oídos o la luz destella delante de los ojos. Cada mente tiene la naturaleza de Buda, y cada persona ya está liberada más allá del nacimiento y la muerte. Ellos sólo deben comprender este hecho. El Zen procura promover esta comprensión, el proceso gradual que es mencionado como Satori. La consecuencia del Satori es una manera completamente nueva de ver el mundo y el lugar de uno dentro de él. Según el Zen, la liberación no debería ser buscada en el mundo venidero, ya que éste es el siguiente mundo y ya está liberado. Estamos ya en nuestro objetivo, aunque no podamos comprenderlo.

     El Zen no requiere involucrarse en especulaciones, textos o escrituras sagradas, y cada teoría es válida sólo como una indicación hacia el Camino. Originalmente una doctrina secreta, transmitida por Buda a su discípulo Mahakassapa, el Zen mismo surgió como una reacción contra los rituales fantásticos y superfluos del hinduísmo tradicional, y mientras aparece como completamente relajado en la forma, realmente funciona sobre la base de una severa auto-disciplina que apelaba al samurai. Lejos de las rudas prácticas ascéticas de los sistemas contemporáneos, la disciplina Zen implica una forma más sutil e interior que actúa en cuatro niveles.

— El primero es el dominio de los objetos externos, en particular de las reacciones que emanan de ellos. El alumno debe entender que cada vez que un anhelo lo conduce hacia algo, él no está en control del objeto externo sino que más bien es el objeto el que está en control de él. «Él que ama un licor, se ha engañado a sí mismo con el pensamiento de que él está bebiendo el licor; la verdad es que es el licor el que lo está bebiendo» (Hagakure).

— La segunda etapa ve al alumno dominar el cuerpo físico. A menudo en este nivel el entrenamiento marcial acompaña al crecimiento espiritual como una contraparte iniciatoria. Es de aquí que surgieron las leyendas de samurais y maestros sobrehumanos que podían resistir los extremos de calor y frío, y romper árboles y piedras con sus manos desnudas. El samurai ejerce el dominio sobre su cuerpo y el dominio sobre su propio funcionamiento mental.

     Imagine su propio cuerpo como algo distinto de usted. Si grita, tranquilícelo en seguida, como una madre estricta hace con su propio hijo. Si es caprichoso, contrólelo como lo hace un jinete con su propio caballo, mediante la brida. Si está enfermo, adminístrele medicinas, como un doctor hace con un paciente. Si le desobedece, castíguelo, como lo hace un profesor con un alumno (Hagakure).

— La tercera etapa implica controlar la emoción personal, y establecer un equilibrio interior. Mediante prácticas meditativas el alumno confronta cada miedo y entusiasmo, en un intento de «tener el corazón bajo control».

— La cuarta etapa es el rechazo del Ego, y es la más difícil. El núcleo de la filosofía promueve una forma más alta de espontaneidad, libertad y tranquilidad en la acción. Las artes tradicionales se originaron en el Oriente como una respuesta y como ejecución de este estado mental. Muchas de estas artes fueron desarrolladas como medios para conseguir la conciencia Zen. Mientras la mayoría es marcial en su naturaleza, el elemento Zen se extiende al arte del drama, la ceremonia del té, los arreglos florales y la pintura. El dominio en cualquiera de estas artes no puede ser conseguido sin la iluminación interior y el poder transformativo del Zen.

     Generalmente el Zen no promueve la existencia tipo ermitaño encontrada en la leyenda sino que más bien pide que el practicante viva en el mundo en un estado Zen de conciencia que debería ser permanente e impregnar cada experiencia y actividad. El alumno trabajará con su mente y cuerpo hasta que ellos hayan alcanzado el límite extremo de todas las facultades naturales, y finalmente consigan el Satori. Sólo se supone que el estudiante pase el período de adiestramiento en monasterios Zen, y una vez que ha conseguido el Satori, el estudiante vuelve al mundo, eligiendo un modo de vida que calce con sus necesidades.

     Los sistemas de Artes Marciales están todos unidos en el hecho de que ellos exigen del practicante que re-ajuste su estilo de vida. Aparte de ser una búsqueda intelectual y física, la práctica verdadera surge en la expresión del Arte a través de la vida y el pensamiento diarios de uno. Asistir a una clase de Artes Marciales una vez por semana no liberará el enorme potencial transformativo de esta opción, pero lo encaminará hacia un sendero antiguo que ha afectado las vidas durante siglos. Como todos los esfuerzos espirituales, esto requiere compromiso y paciencia.

Sentido Interno de las Artes Marciales

Arte marcial o arte de combate es una traducción que traiciona un poco el espíritu del ideograma original que se descompone en dos caracteres: «detener» y «la lanza». Comprendido originalmente como el «arte de detener la lanza», el arte marcial toma así su significación esencial. Más aún si sé comprende que esta fórmula puede interpretarse a la vez como el «arte de detener la lanza del adversario» y el «arte de detener la lanza propia». Es decir, el Gran Arte de la pacificación exterior y de la armonía interior.

El Arte y la Vía

En las civilizaciones antiguas, cuyos testimonios existen aún vivientes en Oriente, las artes tradicionales conducen a una Vía que permite al hombre, al precio de un aprendizaje largo y difícil, profundizar su experiencia de la realidad y de él mismo. Poco a poco, el aprendiz descubre las leyes que rigen las fuerzas sutiles con que la vida está tejida, y aprende que la calidad de sus obras depende del dominio de sí mismo, de lo que él es. Su trabajo exterior es el soporte de una metamorfosis interior.

En el Japón existe la vía de la caligrafía (sho do), la de la ceremonia del té (cha do), la del arreglo floral (ka do), de hecho una Vía para cada arte antiguo. El arte del combate no escapa a esta regla. El budo designa el sendero abrupto que serpentea en el corazón de las artes marciales. Esta Vía del combate es escarpada. La presencia del adversario exige la presencia de sí mismo en cada gesto que es así una cuestión de vida o muerte. Un fallo en la concentración, un desequilibrio entre el cuerpo y el espíritu no perdonan en un combate real y representan un gran riesgo en los entrenamientos. Rápidamente se descubre que el adversario más peligroso no hay que buscarlo en otra parte más que en sí mismo. La Vía del combate adquiere así un sentido diferente.

Do jo significa en japonés «el lugar de la Vía». En él se practica el budo. Equivalente a un templo, el dojo es un lugar sagrado en el que se recibe una enseñanza, en el que uno ejerce y se regenera. Pero el budo, repiten los Maestros, no se practica solamente en el dojo, Es un arte de vivir que se experimenta a cada instante.

El verdadero dojo, añaden los maestros, es el que el discípulo debe construirse en su corazón, en lo más profundo de sí mismo.

El budo y los bujutsu

Las artes marciales japonesas son en muchos aspectos las herederas de las chinas. La civilización japonesa, aunque fuertemente influenciada por la cultura del Imperio del Medio, es sin embargo de una remarcable originalidad ya que el país del Sol Naciente es un crisol que integra y absorbe para remodelar después a su gusto.

La savia sutil del budo no ha dejado de alimentar las artes marciales japonesas. Los Maestros japoneses del comienzo del siglo, temiendo quizás el contacto de Occidente y el choque del mundo moderno, han querido poner de manifiesto la importancia esencial de la Vía (DO) cambiando los antiguos nombres de los bujutsu tales como jiu-jutsu, aikijutsu, ken-jutsu, etc. en judo, aikido, kendo y otros. De esta manera esperaban que no se confundiera a las artes marciales, como Vía de superación, con los deportes de combate.

Los bujutsu a mano desnuda

Cuando un hombre es desarmado en el curso de un combate, su única suerte de sobrevivir reside en su habilidad para utilizar sus armas naturales, es decir, las de su cuerpo.

El jiu-jutsu, o el arte de la flexibilidad, es un método de combate a mano desnuda que reposa sobre el principio de la no resistencia. Este arte utiliza sobre todo técnicas que permiten utilizar los movimientos del adversario para ponerle fuera de combate. Método muy completo, el jiu-jutsu utiliza todo el arsenal del cuerpo: desviaciones, proyecciones, barridos, golpes llaves y estrangulamientos. El judo deportivo surgió de él pero se alejó completamente del concepto de Vía.

Fuente: Zen y Arte.

El Ki

Dijo el Maestro Takeuchi:

-“Por el momento necesitas simplemente reforzar tu postura, iai goshi. No es lo bastante estable y no estás verdaderamente sentado en tu seika. Veremos esto con detalle la próxima vez. Lo que necesitas saber sobre todo, y es lo más importante en la utilización del kiai, es que todo puede llevarse a shin, la mente. Si shin es débil, el kiai también lo es. Esto significa que hay ki, pero sin el principio de unión de “ai”. El ki es una energía sutil que se conoce únicamente a través de sus manifestaciones, de forma que está identificado con el cuerpo físico y con la personalidad completa que llamamos “hito” en japonés, palabra que quiere decir “aquel en quien se encuentra la luz”.

El ki engendra el nacimiento, la existencia, la decadencia y la muerte. El ki es a la mente lo que la sangre al cuerpo. Es un vehículo para el shin y ambos se influencian mutuamente. Durante mucho tiempo el ki y el shin son esclavos de los instintos animales que todo hombre lleva en si. Después el ki se convierte en el maestro del cuerpo. Por fin, el shin aparece y se convierte en el maestro del ki. Desde ese momento, al hombre se le llama maestro, pues es de nuevo él mismo. De este modo, es fácil de comprender que si la mente es débil, el ki también lo es; si duda, el poder del ki duda y se debilita; si la mente está dispersa, el ki se evade del cuerpo y éste último se desvitaliza, esto es lo que genera fatiga y después enfermedad, de aquí la utilidad de las disciplinas del ritmo respiratorio que tienden a aportar una cierta calma mental.”

El sable y la via

En las artes, el Zen ocupa un lugar privilegiado. Algunas son específicamente Zen, incluso sobre un plano puramente histórico, tales como la ceremonia del té, el arte de las flores, una parte importante del arte de los jardines, el arte de la alfarería en todo un periodo de su evolución. Otras fueron profundamente transformadas y para decirlo así recreadas por el Zen, como la pintura y la caligrafía, y las artes marciales.Cuando el Zen llega al Japón, encontró a un pueblo cuya ocupación habitual era la guerra: guerras civiles, violencias, expoliaciones, masacres deportaciones, separaciones, eran desde el norte hasta el sur del país, la suerte común de los japoneses de esa época.

El genio del Zen transformó las técnicas brutales de la guerra en artes que no se preocupaban mucho de la eficacia guerrera sino de la búsqueda de sí mismo. Todas estas técnicas se convirtieron en método de perfeccionamiento espiritual. El sable, el arco y las flechas ya no eran instrumentos de muerte, sino soportes de meditación. Este combate se volvió un combate puramente espiritual, el enemigo fue descubierto en sí mismo, en las ilusiones del ego que nos impiden ver nuestra verdadera naturaleza y a las que hay que destruir sin piedad.

Bajo esta maravillosa influencia, nació el Bushido, conjunto de principios morales, código de honor, disciplina caballeresca que recomienda la cultura de cualidades físicas y morales, el coraje, la simplicidad y la frugalidad, la lealtad y la justicia, el desinterés y el menosprecio de la muerte. Tanto y tan bien que el Zen fue llamado “ la religión de los samuráis”.Aparentes u ocultos, se encuentran todos estos elementos en las artes marciales modernas, y más especialmente en el kendo, en el caído, arte de la manipulación del verdadero sable, y en el tiro con arco. Se los encuentra también en el espíritu del aikido, codificación moderna de las más antiguas artes de auto-defensa.

También existen, pero de una manera menos aparente, en el judo.Sea cual sea el arte que practiquéis, sea cual sea la manera de practicarlo, siguiendo cada uno su temperamento, no podéis impedir que un día u otro encontréis el Zen y que seáis profundamente impregnados por su esencia.

El Zen puede ayudaros en esta lucha de todos los instantes que es la vida moderna, y permitiros, mejor que cualquier otra influencia espiritual, encontrar este equilibrio físico y moral que tan ávidamente busca el hombre del siglo XX.Un día, desde la cima de un promontorio, un hombre veía el mar por primera vez en su vida.“!Que bello! ¡ Que grande!” decía con el aliento cortado.“Y eso que no ves más que la superficie!”, le dijo su amigo.El Zen y mi maestro Taisen Deshimaru me han enseñado a ver algo más que la superficie del mar, algo más que lo exterior del mundo, algo más que la apariencia del hombre, algo más que las técnicas de artes marciales. Ellos me han enseñado a encontrar a través de su ruda educación y no sin dolores algunas veces, el verdadero sentido de las artes marciales y el verdadero sentido de la vida.Deseo que los lectores de este libro y todos los practicantes de artes marciales sepan también apreciar y conservar esta inestimable maravilla que Taisen Deshimaru Roshi les ofrece con toda su experiencia de artes marciales aclaradas en sus profundidades y sublimadas por su enseñanza: esta enseñanza superior es zazen, la meditación sedente del Zen, que es el común denominador y el punto en el que culminan todas las prácticas, todas las artes, todas las maneras de vivir.

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El Honor

El pundonor obliga muchas veces a los japoneses a hacer cosas que por lo extraordinarias parecen imposibles, como lo demuestra este caso real:

Dos grandes de la corte del Emperador que se encontraron en la escalera del palacio, rozaron por casualidad sus espadas al pasar; el que bajaba se sintió ofendido, a pesar de la excusas que el otro procuró darle, diciendo que el choque había sido casual y de ninguna consecuencia, pues se reducía a haber estado en contacto dos espadas de igual valor y mérito. Voy a probaros contestó el primero, la diferencia que hay de vuestra espada a la mía, y sacando el puñal se abrió el vientre. Sube el otro sin desplegar los labios, sirve al Emperador un plato que para su mesa llevaba en las manos, vuelve sin dilación a encontrar a su adversario que halló espirando, y le dice: si no hubiese tenido necesidad de servir a mi amo, me habría anticipado a vos; pero ahora que estoy desocupado, y ya que aquello me fue imposible, voy a seguiros, y hundiendo la hoja del puñal en su vientre, murió contento por haber hecho ver que su espada valía tanto como la del otro. Dos occidentales se habrían desafiado, y dado muchas cuchilladas, lo que no sé si sería menos bárbaro; pero es evidente, que en este particular poco tenemos que echarles en cara, y menos aún, si se toma en consideración que siendo entre ellos una gran deshonra el temer a la muerte, se encuentran muchas veces en la precisión de tenérsela que dar, para llenar este que consideran sagrado deber.

Un noble de Fingo, tenía una esposa de sin par belleza, de la cual era sumamente amado, lo que hubiera hecho su felicidad, si {el hubiese sabido ocultar su bienestar; pero habiendo llegado su dicha a noticias del emperador, le acarreó la muerte. Pocos días después hizo este Príncipe llamar a la viuda, para obligarla a permanecer en su palacio; a lo que ella contestó que estaba muy agradecida del insigne honor que recibía; pero que le pedía sin embargo la permitiese llorar a su esposo por espacio de 30 días, y despedirse después de sus parientes en un banquete que les pensaba dar; a cuya demanda, no solamente accedió el Emperador, sino que quiso además honrar el convite con su presencia. Después de levantada la mesa se dirigió la viuda a un balcón como para contemplar el campo, y se precipitó a la calle en donde se hizo pedazos, pues había tenido cuidado de disponer el festín en el piso más elevado de la casa. Este suicidio tan bien premeditado, y con tanta sangre fría ejecutado, tuvo solo por objeto poner a salvo su honor, y conservar la fidelidad que había jurado a su marido. Los japoneses son sobrios y tienen gran facilidad en dominarse a sí mismos, son de una gran nobleza y grandeza de alma, son también de carácter más bello y noble y pocos ignoran el rasgo de abnegación de aquellos 3 hermanos, que no sabiendo cómo alimentar a su madre que se hallaba en la indigencia, sacaron suerte entre sí, para que uno de ellos fuese entregado por los otros a los tribunales como culpable de un crimen, cuyo autor se buscaba, y cuya captura debía ser remunerada con una cantidad considerable de dinero.

Extraído de:

Historia del Japón y sus misiones

Pierre Francois – Xavier de Charlevoix

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EL ARTISTA MARCIAL, COMPLETO

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En 1644, cuando China fue invadida por los Manchuria, las artes marciales crecieron debido a la necesidad práctica, con finalidad de arte de combate. Aunque los manchues fueron conquistados por los patriotas chinos en 1911, y esto acabó con el período conocido como la dinastía Ching, la destreza y habilidad que había sido adquirida estos años de problemas, era tan efectiva por entonces como lo es hoy día.

En la época de la ocupación de los Manchues, el legendario templo de Shaolin de China era un lugar de entrenamiento para los luchadores patriotas serios. El templo era una institución budista, y sus sistemas de artes marciales enfatizaban los patrones de entrenamiento que crearon los artistas marciales completos de la época.

El entrenamiento en el templo de Shaolin estaba basado en 5 principios fundamentales: la mente, los ojos, las manos, el cuerpo y los desplazamientos.

Si la mente de un artista marcial no era clara, afrontaría una situación real de defensa personal con cierta confusión, nerviosismo e incapacidad para producir la energía suficiente. En las artes marciales chinas, la meditación es la forma más común de producir una auto-seguridad. Algunas artes marciales de Shaolin usan el budismo como técnicas de meditación, mientras que otras prefieren las técnicas toístas que enfatizan la meditación sentada. La meditación en movimiento es igualmente una práctica común, y puede ser vista en las formas de acondicionamiento con posiciones bajas de Hun Gar o Choy Li Fut. La concentración, igualmente, es una consecuencia de una mente relajada. Sin la correcta concentración el artista marcial nunca podrá realizar la defensa adecuada o el correcto golpe ofensivo. La concentración puede ser dominada a través de la práctica constante de formas. La secuencia, la potencia y el equilibrio estarán distorsionados, a menos que se ejercite la correcta concentración.

Otro aspecto de la concentración son los ojos. Si no observamos, no vemos el blanco. Los ojos combinan el Shen (espíritu), con la visión para producir un enfoque y una vigilancia consciente. La vigilancia consciente es una sensación o sentimiento de impedir el ataque, y ayuda a crear unas reacciones rápidas que ayudan a salvar la vida de una persona. El enfoque es el resultado combinado del espíritu y la intención (fuerza de voluntad). Si un estudiante puede fijarse sobre un oponente imaginario cuando él práctica sus formas, está desarrollando la intención.

Cuando mezcla su espíritu e intención para obtener este enfoque, está añadiendo velocidad a su perfección. Inmediatamente, será capaz de, simultáneamente, ver y atacar el blanco.

De la misma manera que los ojos y la mente, las manos deben moverse de una forma rápida, precisa y fuerte para bloquear y golpear de forma segura.

Si el artista marcial practica un sistema externo (usando la fuerza como un arma), el entrenamiento será diferente del estilista que practique un estilo interno, quien convertirá la fuerza del oponente en un arma. El artista marcial que use sus puños deberá practicar principalmente sobre varios tipos de saco y equipo para endurecer la superficie de su mano, al tiempo que acondicionará sus brazos y hombros. Estos que prefieran los golpes de palma, deberán pasar muchas horas de entrenamiento golpeando objetos con las manos abiertas de forma similar al entrenamiento de la palma de hierro. Los golpes de dedos y las técnicas de garras se desarrollan golpeando objetos con la punta de los dedos y agarrando sacos de arena pequeños con los mismos.

La consistencia es la clave para un condicionamiento externo con éxito. Cuando se practica de forma diaria, el desarrollo de una fuerza y un acondicionamiento externo tan sólo tomará unos pocos años.Para desarrollar una fuerza controlada, los practicantes de artes marciales externas deberán mantener los músculos de sus brazos relajados. Cuando los brazos lleguen a estar demasiado agarrotados, esto impedirá la circulación de la energía y cortará la fuerza interna.

El cuerpo es el punto siguiente en la lista de los principios de entrenamiento Shaolin. Para el artista marcial de sistema externo, los músculos deben ser lo suficientemente fuertes para encajar un golpe. La cintura y la espalda deben trabajar al unísono, es decir, permitiendo al cuerpo que funcione como una unidad. A aquellos que prefieran las artes marciales internas, deberán usar un sistema de respiración profunda de forma natural, con el fin de mantener sus cuerpos relajados. Cuando los patrones de respiración son relajados, los golpes son más fuertes y llevan más potencia. Nunca hay que hinchar el pecho; esto reduce la fuerza y la efectividad debido a que la respiración está limitada a la cavidad superior. Los hombros deben estar igualmente relajados debido a que son el punto de conexión del cuerpo y los brazos.

De acuerdo al antiguo dicho chino, «Los puños toman el 30% de la habilidad de combate, mientras que los desplazamientos se llevan el 70%», con esto en mente, los profesores de artes marciales de Shaolin, consideran los desplazamientos como el quinto principio necesario.

La base de cualquier arte marcial recaen en sus desplazamientos, sus posturas y patadas. Toda su estabilidad y potencia se origina de un desplazamiento fuerte y bien equilibrado.

Para conseguir una posición sólida, los artistas marciales de los estilos del sur practican jop man (entrenamiento de la postura del caballo). Sus posiciones son característicamente bajas y amplias, con menos desplazamiento que su contraparte en el norte.

Los estilistas del norte prefieren posturas más estrechas y altas, las cuales provienen de Zhan Zhang (una forma de acondicionamiento de las piernas y meditación).

Los artistas marciales chinos también utilizan barridos a las piernas como técnicas de ataque. Considerados como una parte vital de los desplazamientos, los barridos de pierna requieren unas espinillas y tobillos bien entrenados.

Las patadas son importantes en el concepto general de los desplazamientos. Muchas horas de práctica combinadas con ejercicios de elasticidad y flexibilidad, es un deber para que las técnicas de pateo sean efectivas.

Pasando a través de los años desde el templo de Shaolín de China durante los años de la dinastía Ching. Sin embargo, estos mismos principios pueden ser aplicables hoy día al entrenamiento de los artistas marciales. Después de todo, los artistas marciales son los mismos, sólo las circunstancias han cambiado.

 

Fuentes:

Autor: DOC-FAI WONG
Publicado: SENSEI/http://jlgarcia.galeon.com