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Nuevas pruebas confirman la existencia de mujeres gladiadoras

Nuevas pruebas confirman la existencia de mujeres gladiadoras

Parece que las luchas entre gladiadoras eran espectáculos muy poco comunes en Roma, sin embargo, según un nuevo estudio, el análisis de una estatua demuestra que las mujeres luchaban en los antiguos anfiteatros.

La estatua de bronce es la segunda representación conocida de una mujer gladiadora, según el director del estudio Alfonso Manas, de la española Universidad de Granada.

La obra, de 2000 años de antigüedad y que se encuentra en el Museum für Kunst und Gewerbein de Hamburgo, muestra a una mujer con el pecho descubierto blandiendo un objeto que parece ser una espada corta curva.

Manas cree que se trata de una sica, un tipo de espada relacionada con los gladiadores tracios. Estos gladiadores, sin embargo, también llevaban casco, escudo y espinilleras. La espalda, sin armadura, era la parte del cuerpo más vulnerable.

Con anterioridad los expertos pensaron que el objeto curvo era un strigil, una herramienta que los humanos utilizaban para su higiene.

Sin embargo, según Manas, la postura de la mujer no apoya esta teoría.

Postura de victoria

Si se estuviera lavando, «no tendría sentido que levantara la herramienta mirando el suelo», defiende Manas.

Además «tiene cubierta la zona genital. Si se estuviera lavando estaría completamente desnuda».

El brazo levantado y la cabeza hacia abajo representan «un típico gesto de victoria de los gladiadores» en el arte romano.

Manas encuentra también explicación a la ausencia de escudo o casco.

Al final de las luchas, «se quitaban el casco para mostrar a los espectadores la cara del ganador», explica. «Y también tiraban el escudo al suelo».

«Impacto erótico»

En cuanto al pecho desnudo, también se trataba de una norma para los gladiadores. «Tanto las mujeres como los hombres debían luchar a pecho descubierto».

Sin embargo, puesto que la mayoría de los espectadores eran hombres, quizá hubiera otra razón por la que las mujeres luchaban semidesnudas.

En la revista International Journal of the History of Sport, Manas explica: «Sin duda, el aspecto de las mujeres gladiadoras también debía causar un impacto erótico en los espectadores».

La otra representación de mujeres gladiadores es un relieve del siglo I o II d.C. descubierto en Bodrum (Turquía), y que ahora se encuentra en el Museo Británico.

El pequeño número de hallazgos en este sentido sugiere que se organizaban pocos espectáculos de este tipo con mujeres, a pesar de que son mencionados por los escritores romanos.

Hay testimonios de luchas entre mujeres gladiadoras en Roma, y de acuerdo con el historiador del siglo I Suetonio, el Emperador Domiciano hacía luchar a las mujeres de noche, iluminadas por antorchas. En el año 200 d.C, otro emperador, Septimio Severo, prohibió la lucha entre mujeres.

Manas reconoce que se desconoce el origen de la estatua de Hamburgo, aunque «corresponde al estilo de la península itálica del siglo I d.C».

Peleas de Gladiadores, mas allá de la leyenda

PELEAS DE GLADIADORES MÁS ALLÁ DE LA LEYENDA

Todo el que haya visitado un anfiteatro romano piensa en las peleas de gladiadores que se daban en la arena de estos, pero ¿Qué hay de mito y realidad en las recreaciones hollywoodienses de estas peleas?

El arte de la lucha

La figura del gladiador Romano se remonta a la época etrusca, durante la cual se celebraban combates entre los prisioneros en torno a las tumbas de los héroes para honrar a Saturno.

Estos juegos, pasarían a ser parte de la vida de Roma durante el siglo III a.c., cuando Marco Junio Pera y Decimo Junio Pera organizaron estos juegos en el foro Boario para honrar la muerte de su padre, Junio Bruto Pera, descendiente de los fundadores de la ciudad.

A partir de ahí las peleas de gladiadores dejarían de ser un acto ritual para ser algo lúdico, de hecho pasó a ser el principal divertimiento del imperio, en el que se fundaron numerosos anfiteatros en toda localidad que se preciase.

En la época la figura de un gladiador era una inversión, por lo que la mortalidad en los combates no era tal y como la hemos visto en las películas, sino que en muchas ocasiones se perdonaba la vida de los vencidos, y si se les mataba, era para aliviar su sufrimiento, clavándoles un arma blanca entre la clavícula y el omóplato hasta llegar a su corazón, considerando esta una forma de muerte más digna que dejarle perecer por sus heridas en la arena.

Los gladiadores

El gladiador toma su nombre del arma principal que solían utilizar, llamada gladius, que consiste en una espada corta de hoja recta, similar a las de los legionarios romanos.

Los combatientes podían tener diferentes orígenes:

Los voluntarios en busca de fama y gloria y los esclavos y prisioneros, que, de forma forzada, podían llegar a conseguir su libertad luchando en la arena.

Su formación se daba en las escuelas lanistas, y los maestros, habitualmente empresarios y propietarios de estas, se encargaban de decidir que gladiadores lucharían, sus diferentes categorías y su armamento.

Las escuelas estaban repartidas por la capital y las provincias, llegando a lograr algunas una fama tal, que llegaba a todos los rincones del imperio.

Existían numerosos tipos de gladiadores, en función de sus técnicas de combate y equipación, pero las más comunes eran las siguientes:

Los Samnitas, que tomaban su nombre de la similitud con el armamento del pueblo homónimo, siendo el primer tipo de gladiador en aparecer.

Los Mirmillones, distinguidos por su equipo y armaduras similares a las de los guerreros galos, incluyendo el casco completo con cresta (que les daba aspecto de pez) y la espada corta llamada gladius.

Los Secutores, armados con escudo casco y espada, eran la evolución de los Mirmillones para el combate con los reciarios, una lucha muy de moda durante la época imperial.

Los Reciarios, que carecían de armaduras e iban equipados con una red, un tridente y una daga, es decir, iban equipados de forma similar a los pescadores de la época, y su estrategia de combate, era muy diferente a la de los demás gladiadores, basándose más en mantener la distancia y la velocidad que en el ataque frontal, como el resto de los combatientes.

¿Vuelven los gladiadores? Una armadura de fibra de carbono podría revolucionar las artes marciales

Recrear el famoso ocio de la antigua Roma pero con altas tecnologías y además recuperando 96 tipos de artes marciales en vías de extinción: este es el sueño de una empresa australiana que desarrolla una armadura revolucionaría.

Imagine por un momento que volvieran los combates de gladiadores; pero no peleas simuladas de exhibición, sino verdaderos combates entre hombres valientes que demuestran a la audiencia su dominio de las armas blancas.

La empresa australiana United Weapon Master quiere convertir en realidad esta idea, y por eso ha creado Lorica; un traje de combate parecido al de los gladiadores y construido para soportar y registrar todos los aspectos de las artes marciales. United Weapon Master planea organizar una competición en la que los mejores luchadores del mundo mostrarían sus talentos sin causar ningún daño a sus contrincantes, informa el portal ruso ‘RBC’.

Hoy en día existen alrededor de 300 tipos de artes marciales, 96 de los cuales incluyen el uso de armas. «Queremos reavivar el interés por las artes marciales con armas que se han practicado a lo largo de miles de años. Estas artes están desapareciendo lentamente, puesto que son muy peligrosas y no se pueden practicar en serio. Queremos crear un foro para que los practicantes de artes marciales puedan demostrar sus habilidades», explicó el director de la empresa, David Pysden, al diario ‘The Sydney Morning Herald’.

El principal problema es la seguridad. Si un luchador golpea al contrincante con una katana real o un hacha de batalla las consecuencias pueden ser fatales. Los ingenieros de United Weapon Master están tratando de resolver este problema mediante el uso de las altas tecnologías: están mejorando Lorica, una armadura moderna y superdura. Su capa externa es de fibra de carbono, increíblemente difícil de perforar o cortar, mientras que la capa más cercana al cuerpo humano está hecha de materiales suaves que absorben los golpes.

Es más, Lorica está equipada con múltiples sensores que graban la fuerza aplicada por el opositor y la dirección del impacto.

Instructores profesionales y campeones de disciplinas marciales ayudan a los ingenieros australianos. El equipo de investigación incluye a un exdesarrollador de armaduras que trabajó para las series de películas de ‘El Señor de los Anillos’ y ‘El Hobbit’.

Hay planes de comenzar la producción de Lorica durante el próximo año. Después los combates de gladiadores se pondrán a prueba a pequeña escala.

Fuente: actualidad.rt.com

Imagine por un momento que volvieran los combates de gladiadores; pero no peleas simuladas de exhibición, sino verdaderos combates entre hombres valientes que demuestran a la audiencia su dominio de las armas blancas.

Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/134897-gladiadores-armadura-artes-marciales-armas

Recrear el famoso ocio de la antigua Roma pero con altas tecnologías y además recuperando 96 tipos de artes marciales en vías de extinción: este es el sueño de una empresa australiana que desarrolla una armadura revolucionaría.

Imagine por un momento que volvieran los combates de gladiadores; pero no peleas simuladas de exhibición, sino verdaderos combates entre hombres valientes que demuestran a la audiencia su dominio de las armas blancas.

Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/134897-gladiadores-armadura-artes-marciales-armas

Recrear el famoso ocio de la antigua Roma pero con altas tecnologías y además recuperando 96 tipos de artes marciales en vías de extinción: este es el sueño de una empresa australiana que desarrolla una armadura revolucionaría.

Imagine por un momento que volvieran los combates de gladiadores; pero no peleas simuladas de exhibición, sino verdaderos combates entre hombres valientes que demuestran a la audiencia su dominio de las armas blancas.

Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/134897-gladiadores-armadura-artes-marciales-armas

La verdad sobre los gladiadores

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Todo el que haya visitado un anfiteatro romano piensa en las peleas de gladiadores que se daban en la arena de estos, pero ¿Qué hay de mito y realidad en las recreaciones hollywoodienses de estas peleas?

El arte de la lucha

La figura del gladiador Romano se remonta a la época etrusca (IV), durante la cual se celebraban combates entre los prisioneros en torno a las tumbas de los héroes para honrar a Saturno.

Estos juegos, pasarían a ser parte de la vida de Roma durante el siglo III a.c., cuando Marco Junio Pera y Decimo Junio Pera organizaron estos juegos en el foro Boario para honrar la muerte de su padre, Junio Bruto Pera, descendiente de los fundadores de la ciudad.

A partir de ahí las peleas de gladiadores dejarían de ser un acto ritual para ser algo lúdico, de hecho pasó a ser el principal divertimiento del imperio, en el que se fundaron numerosos anfiteatros en toda localidad que se preciase.

En la época la figura de un gladiador era una inversión, por lo que la mortalidad en los combates no era tal y como la hemos visto en las películas, sino que en muchas ocasiones se perdonaba la vida de los vencidos, y si se les mataba, era para aliviar su sufrimiento, clavándoles un arma blanca entre la clavícula y el omóplato hasta llegar a su corazón, considerando esta una forma de muerte más digna que dejarle perecer por sus heridas en la arena.

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Los gladiadores

El gladiador toma su nombre del arma principal que solían utilizar, llamada gladius, que consiste en una espada corta de hoja recta, similar a las de los legionarios romanos.

Los combatientes podían tener diferentes orígenes:

Los voluntarios en busca de fama y gloria y los esclavos y prisioneros, que, de forma forzada, podían llegar a conseguir su libertad luchando en la arena.

Su formación se daba en las escuelas lanistas, y los maestros, habitualmente empresarios y propietarios de estas, se encargaban de decidir que gladiadores lucharían, sus diferentes categorías y su armamento.

Las escuelas estaban repartidas por la capital y las provincias, llegando a lograr algunas una fama tal, que llegaba a todos los rincones del imperio.

Existían numerosos tipos de gladiadores, en función de sus técnicas de combate y equipación, pero las más comunes eran las siguientes:

Los Samnitas, que tomaban su nombre  de la similitud con el armamento del pueblo homónimo, siendo el primer tipo de gladiador en aparecer.

Los Mirmillones, distinguidos por su equipo y armaduras similares a las de los guerreros galos, incluyendo el casco completo con cresta (que les daba aspecto de pez) y la espada corta llamada gladius.

LosSecutores, armados con escudo casco y espada, eran la evolución de los Mirmillones para el combate con los reciarios, una lucha muy de moda durante la época imperial.

Los Reciarios, que carecían de armaduras e iban equipados con una red, un tridente y una daga, es decir, iban equipados de forma similar a los pescadores de la época, y su estrategia de combate, era muy diferente a la de los demás gladiadores, basándose más en mantener la distancia y la velocidad que en el ataque frontal, como el resto de los combatientes.

Mujeres en la arena

Contra todo pronóstico, se han encontrado varias pruebas de que efectivamente, existían mujeres gladiadoras, habiendo sido poco comunes, pero existentes en el imperio.

Parece que las luchas entre gladiadoras eran espectáculos muy poco comunes en Roma, sin embargo, según un nuevo estudio, el análisis de una estatua demuestra que las mujeres luchaban en los antiguos anfiteatros.

 

Nuevas pruebas confirman la existencia de mujeres gladiadoras

La estatua de bronce es la segunda representación conocida de una mujer gladiadora, según el director del estudio Alfonso Manas, de la española Universidad de Granada.

La obra, de 2000 años de antigüedad y que se encuentra en el Museum für Kunst und Gewerbein de Hamburgo, muestra a una mujer con el pecho descubierto blandiendo un objeto que parece ser una espada corta curva.

Manas cree que se trata de una sica, un tipo de espada relacionada con los gladiadores tracios. Estos gladiadores, sin embargo, también llevaban casco, escudo y espinilleras. La espalda, sin armadura, era la parte del cuerpo más vulnerable.

Con anterioridad los expertos pensaron que el objeto curvo era un strigil, una herramienta que los humanos utilizaban para su higiene.

Sin embargo, según Manas, la postura de la mujer no apoya esta teoría.

Postura de victoria

Si se estuviera lavando, «no tendría sentido que levantara la herramienta mirando el suelo», defiende Manas.

Además «tiene cubierta la zona genital. Si se estuviera lavando estaría completamente desnuda».

El brazo levantado y la cabeza hacia abajo representan «un típico gesto de victoria de los gladiadores» en el arte romano.

Manas encuentra también explicación a la ausencia de escudo o casco.

Al final de las luchas, «se quitaban el casco para mostrar a los espectadores la cara del ganador», explica. «Y también tiraban el escudo al suelo».

«Impacto erótico»

En cuanto al pecho desnudo, también se trataba de una norma para los gladiadores. «Tanto las mujeres como los hombres debían luchar a pecho descubierto».

Sin embargo, puesto que la mayoría de los espectadores eran hombres, quizá hubiera otra razón por la que las mujeres luchaban semidesnudas.

En la revista International Journal of the History of Sport, Manas explica: «Sin duda, el aspecto de las mujeres gladiadoras también debía causar un impacto erótico en los espectadores».

La otra representación de mujeres gladiadores es un relieve del siglo I o II d.C. descubierto en Bodrum (Turquía), y que ahora se encuentra en el Museo Británico.

El pequeño número de hallazgos en este sentido sugiere que se organizaban pocos espectáculos de este tipo con mujeres, a pesar de que son mencionados por los escritores romanos.

Hay testimonios de luchas entre mujeres gladiadoras en Roma, y de acuerdo con el historiador del siglo I Suetonio, el Emperador Domiciano hacía luchar a las mujeres de noche, iluminadas por antorchas. En el año 200 d.C, otro emperador, Septimio Severo, prohibió la lucha entre mujeres.

Manas reconoce que se desconoce el origen de la estatua de Hamburgo, aunque «corresponde al estilo de la península itálica del siglo I d.C»

Fuente: nationalgeographic.es

Espartaco, la rebelión de los esclavos.

Espartaco

Jefe de una rebelión de esclavos en Roma (Tracia, ? – Lucania, 71 a. C.). Al parecer era un desertor del ejército romano, que había sido capturado y vendido como esclavo a un entrenador de gladiadores de Capua llamado Léntulo. En el 73 a. C. consiguió escapar junto con otros 70 esclavos y desencadenó una rebelión en el sur de Italia.

Refugiado en la zona del Vesubio, aprovechó sus conocimientos militares y sus innegables dotes organizativas para formar un verdadero ejército, que llegó a tener más de 70.000 hombres. Intentó sacarlos de Italia para garantizar su libertad, pero después de seguirle hasta el norte de la Península (Galia Cisalpina), sus hombres no quisieron atravesar los Alpes y prefirieron permanecer en Italia, divididos en bandas dedicadas al saqueo.

Espartaco regresó al sur con los que le quedaban, con intención de escapar por mar. Había derrotado seis veces a las tropas que Roma había enviado contra él; pero, ante el temor a que intentara apoderarse de la ciudad, Marco Licinio Craso fue nombrado procónsul con mando sobre diez legiones para acabar con la rebelión.

En el 71 a. C. Craso sorprendió y venció a lo que quedaba del ejército rebelde en Lucania, donde murió Espartaco. Pompeyo y Lúculo terminaron de limpiar Italia de bandas de esclavos fugitivos, crucificando a cuantos capturaron. La imagen de Espartaco como libertador de las masas oprimidas explica que, ya en el siglo XX, diera nombre al periódico de Karl Liebknecht y a la corriente comunista que éste lideró durante la revolución alemana de 1918-19 (los «espartaquistas»).

 Un Poco Más.

Espartaco (Σπάρτακος en griego) nació sobre el 113 a.C. en las tierras de los maedi, una etnia de la antigua Tracia (probablemente en las inmediaciones de la ciudad de Sandanski, en el suroeste de Bulgaria) Plutarco, Floro y Apiano son parcos en detalles sobre su persona antes de su ingreso forzoso en la escuela de gladiadores de G. Cornelio Léntulo Batiato (o Vatia) en Capua. Las tres fuentes coinciden en que fue auxiliar de las legiones, que desertó del ejército romano y que, cuando fue apresado, lo vendieron y acabó en una mina de yeso hasta que el afamado lanista lo adquirió para su negocio gladiatorio. Sólo Plutarco añade que su esposa, una especie de sacerdotisa de los maedi, también fue apresada junto a él; nada más se supo de ella. A pesar de la animadversión que provocó durante muchos años, los tres historiadores lo consideraron como un hombre cultivado y justo en sus juicios y pareceres. Su nombre fue común en las tierras ribereñas del Ponto Euxino (el Mar Negro) y se sabe de algunos reyes y caudillos tracios y cimerios que se llamaron Spardakoros o Spardacus.

Tracia era una región casi autónoma, podríamos decir un reino cliente, cuando Espartaco se alistó como auxiliar, pues sólo la franja costera mantenía una ocupación permanente romana. Seguramente no fue el único en enrolarse, pues desde la Tercera Guerra Macedónica hasta la Guerra Civil entre Pompeyo y César (49-45 a.C.) Tracia suministró auxiliares de forma permanente a las legiones. Este detalle debería de quitarnos de la cabeza a un Espartaco pastor nómada o labriego esclavizado, pues más bien sería un profesional del combate disidente de las Águilas de Roma. Se sabe que el rey tracio Rhascuporis le envió tropas a Pompeyo en el 48 a.C., (cuando estaba acampado en Dirraquio, hoy Durazzo, Albania), por lo que no sería muy descabellado conjeturar que en el 74 ó 75 a.C. Espartaco hubiese entrado en una de las levas destinadas a reforzar las legiones gubernamentales inmersas en los conflictos de la República en el Ponto, Asia o Hispania.

Espartaco entró en la historia cuando en el 73 a.C. encabezó junto a los galos Crixo y Enomao un motín en la escuela de gladiadores del mentado lanista Léntulo Batiato. De los 200 gladiadores allí entrenados, cerca de 70 hombres consiguieron escapar de aquel ludus, apoderarse de un vagón de armamento y material de combate y desarticular una pequeña fuerza enviada desde la vecina Capua para atraparles. Viéndose libres y con más impedimenta y equipo con el que pertrecharse, el pequeño ejército de esclavos saqueó la campiña colindante, refugiándose después en el tupido bosque que por entonces cercaba las laderas del Vesubio.

La respuesta de Roma desencadenó la Tercera Guerra Servil (73-71 a.C.) La situación resultaba harto embarazosa. En ambos extremos de la República se estaban librando dos largas guerras, una a cargo de L. Licinio Lúculo contra Mitrídates del Ponto en Oriente, mientras que G. Pompeyo trataba de conjurar la revuelta de Quinto Sertorio en Hispania. Este fue uno de los dos factores que se sumaron para garantizar un descalabro: no había legiones en Italia y el asunto de los esclavos no era para nada honorífico ni meritorio, más bien un trabajo sucio; por ello, el pretor G. Claudio Glabro salió al frente de las cohortes urbanas dispuesto a resolver dicho asunto sin despeinarse, subestimando las capacidades de los sublevados. Su ineptitud le llevó a acampar sin fortificarse frente a la guarida de Espartaco y sus hombres en el Vesubio, quienes, en una acción nocturna no carente de audacia, precisión y disciplina, se descolgaron desde su campamento con sogas, sorprendieron y masacraron a las confiadas tropas de Glabro. El pretor consiguió escapar de forma ignominiosa, siendo motivo de escarnio en el Senado su conducta temeraria e imprudente. El pretor P. Varinio, el sustituto de Glabro, cosechó similar resultado con mayores efectivos, saliendo tan escaldado como su antecesor.

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La falta de tropas veteranas en toda Campania propició que durante el invierno del 73/72 a.C. Espartaco pudiese afianzar su posición, saquear más villas, alargar su sombra a las ciudades de Metaponto, Nuceria o Nola, liberar miles de esclavos y formarlos marcialmente (algo que certifica su conocimiento de las tácticas militares de la época), llegando a juntar bajo su mando, o quizá compartiéndolo con su compañero de armas Crixo, cerca de 70.000 personas. El Senado comenzó a preocuparse en serio según los esclavos se hacían con más efectivos, riquezas y territorio, pues el sur de Italia suponía el granero y el parque de latifundios de la aristocracia romana. Así pues, los dos cónsules del 72 a.C., L. Gelio Publícola y G. Cornelio Léntulo Clodiano, movilizaron en primavera dos de las legiones de la frontera norte para erradicar la molesta revuelta servil. A partir de este momento hay contradicciones en los escritos de Apiano y Plutarco, por lo que los hechos bien pudieron ser distintos a como aquí los resumo: La campaña fue agridulce para los rebeldes, pues mientras que la fuerza principal de Espartaco consiguió derrotar a Clodiano en los Apeninos, el pretor de Publícola, Arrio, se enfrentó y derrotó al potente ejército comandado por Crixo en Apulia, batalla en la que el gladiador cayó abatido junto a dos tercios de sus hombres. El tracio consiguió derrotar después a ambos cónsules en el Piceno, y cosechó una nueva victoria frente al G. Casio Longino, gobernador de la Galia Cisalpina, en Mutina (Módena), pero de nuevo fue una victoria casi pírrica que sólo hizo que enardecer a los suyos, envalentonarlos más y volver sus ambiciones hacia un hipotético saqueo de Roma, el destino más anhelado para todos ellos.

Como antiguo soldado que era, Espartaco bien sabía que era sólo cuestión de tiempo que las legiones les derrotasen, por lo que debía de procurarle a los suyos una salida urgente de territorio romano. Según Salustio, Crixo no pensaba como él; era un hombre impulsivo que se dejaba llevar por sus compañeros galos y germanos más pendencieros, incluso consideraba en serio tomar Roma y saquear Italia hasta que no quedase villa y aldea indemne, y quizá esa divergencia de puntos de vista les separó y condicionó sus destinos.

El Senado, horrorizado de ver a Espartaco tan cerca de Roma sin que ninguna fuerza pudiese retenerlo, le encomendó en el 71 a.C. a Marco Licinio Craso, el hombre más rico, insaciable y arrogante de Roma, que se hiciese cargo de las operaciones y liquidase el problema definitivamente. Le fue concedido mando sobre ocho legiones y no fue parco en aplicar severa disciplina a unas tropas atemorizadas y desmoralizadas, llegando a diezmar a una cohorte acusada de cobardía. Tan dura medida consiguió que ya nadie más huyese abandonando armas y equipo a merced del enemigo, como había sucedido justo antes de tomar el mando.

Como decidiese Aníbal en su momento, Espartaco convenció a los suyos de la imposibilidad de tomar los muros de Roma al asalto, levantaron tiendas y retornaron hacia Campania. Fue por entonces cuando, probablemente, el tracio entró en contacto con los piratas cilicios, con quienes pactó el envío de una flota que les sacase de Italia desde Rhegium (Reggio di Calabria) Los piratas traicionaron a Espartaco, quizá sobornados por Verres, el polémico gobernador de Sicilia. Craso persiguió a los rebeldes hasta tenerlos acorralados cerca de Rhegium y encerrarlos en la península calabresa construyendo un muro de 65 km. Espartaco, sabedor de que Craso no tardaría en recibir refuerzos, intentó pactar con él una salida negociada del conflicto sin ningún éxito. Vista la negativa, consiguió burlar el cerco de Craso valiéndose de una treta aprendida del tuerto cartaginés, lanzando una estampida nocturna de ganado contra una sección del muro mientras él y sus hombres lo rebasaban por el extremo opuesto. Las reses, que portaban antorchas en sus cervices, distrajeron lo suficiente a las tropas de Craso para que Espartaco llegase a Lucania.

La extraordinaria fuga de Espartaco colmó la paciencia del Senado a la vez que enrojeció la cara de Craso. Lúculo recibió órdenes de desembarcar sus legiones de Asia en Brundisium (Bríndisi) mientras que Pompeyo hacía lo propio con las suyas de Hispania en el Bruttio. La suma de los tres ejércitos suponía un montante de 20 legiones (cerca de 120.000 hombres), muchos de ellas formadas con veteranos curtidos en las guerras contra Mitrídates y Sertorio. Acorralados y acuciados, una nueva disensión se produjo entre los esclavos, esta vez protagonizada por dos de sus líderes, Gaunico y Casto, los cuales escindieron una fuerza de 30.000 hombres que fue derrotada por Craso. Este nuevo contratiempo obligó a Espartaco a marchar hacia el Adriático, pero cuando ya estaba cerca de Brundisium fue avisado de que Lúculo acababa de desembarcar allí, por lo que dio media vuelta en busca de un impaciente Craso que no estaba dispuesto a compartir con el recién llegado Pompeyo la gloria del triunfo.

El enfrentamiento final tuvo lugar en el valle del Río Sele (Silario), en el territorio actual de Senerchia cerca del pueblo de Quaglietta, en el Alto Valle del Sele (región de Lucania) En ese valle se vieron frente a frente los 80.000 esclavos de Espartaco y los 40.000 legionarios de Craso. Cuando ambas formaciones estuvieron dispuestas le llevaron su caballo a Espartaco, y éste, decidido a combatir como uno más, lo mató con su espada, diciendo después: “la victoria me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré“. Aquella vez la disciplina y la superioridad táctica se impusieron al ímpetu y el ardor de los rebeldes. Cerca de 60.000 hombres cayeron aquella mañana en las riberas del Sele, incluido el propio Espartaco. Los 6.000 hombres que Craso capturó fueron crucificados en la Vía Apia desde Capua a Roma como macabra advertencia a todo esclavo que pensase que podía volver a desafiar el poder de la República. Casi 2.000 hombres consiguieron unirse a los piratas cilicios, mientras que los 5.000 supervivientes que lograron escapar de los gladios de Craso se toparon con los de Pompeyo pocos días después. Craso, después de todos los esfuerzos y disgustos, tuvo que disputarse con el de Piceno el honor de haber erradicado la revuelta, pues fue Pompeyo el primero en llegar a la Urbe y reclamarlo para sí mismo.

Espartaco siempre será fuente de inspiración atemporal para quienes luchan contra la opresión.

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Spartacus, par Denis Foyatier, musée du Louvre

 Fuentes: historiasdelahistoria.com – Javier Sanz/biografiasyvidas.com

La Historia de Vero y Prisco. (Gladiadores de la Antigua Roma)

Vero y Prisco fueron dos esclavos de la Antigua Roma que se convirtieron en gladiadores famosos durante los reinados de Vespasiano y Tito, hacia finales del siglo I. El combate que ambos amigos mantuvieron fue el momento culminante del día de apertura de los juegos celebrados por Tito para inaugurar el Anfiteatro Flavio (más tarde conocido como Coliseo) en el año 80.

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El combate fue registrado en un poema laudatorio de Marco Valerio Marcial ( Liber de Spectaculis, XXIX), y constituye la única descripción detallada de un combate de gladiadores que ha llegado hasta nuestros días. Ambos gladiadores fueron declarados victoriosos en el combate, y ambos fueron premiados por el emperador con su libertad en un final único.

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Marcial, De Spectaculis, XXIX:

Mientras que Prisco y Vero alargaban el enfrentamiento,
Y por largo tiempo la lucha fue igualada en ambos lados,
Altos y repetidos gritos reclamaban la libertad para los hombres;
Pero César siguió su propia ley; —
Era la ley de luchar con el escudo hasta que un dedo se alzase: —
Hizo lo que le estaba permitido, a menudo dio comidas y regalos.
Pero se llegó al final con la misma igualdad:
Iguales al luchar, iguales al ceder.
César envió espadas de madera a ambos y palmas a ambos:
Por tanto, el coraje y la habilidad recibieron su premio.
Esto no tuvo lugar ante ningún príncipe salvo tú, César:
Cuando dos lucharon, ambos fueron victoriosos.

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 En Latín.

Cum traheret Priscus, traheret certamina Verus,
esset et aequalis Mars utriusque diu,
missio saepe uiris magno clamore petita est;
sed Caesar legi paruit ipse suae; —
lex erat, ad digitum posita concurrere parma: —
quod licuit, lances donaque saepe dedit.
Inuentus tamen est finis discriminis aequi:
pugnauere pares, subcubuere pares.
Misit utrique rudes et palmas Caesar utrique:
hoc pretium uirtus ingeniosa tulit.
Contigit hoc nullo nisi te sub principe, Caesar:
cum duo pugnarent, uictor uterque fuit.

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Prisco y Vero eran esclavos que habían ascendido a lo largo de los rangos de gladiadores. Prisco nació esclavo en la Galia, mientras que Vero nació libre y es conocido principalmente por su combate con Prisco.

El combate entre Prisco y Vero tuvo lugar el primer día de los juegos que celebraban la inauguración del Coliseo. Estos juegos ofrecían al público combates de gladiadores, espectáculos con animales y simulaciones de batallas navales.Su función esencial era contentar al pueblo e incrementar la popularidad del emperador. Desde tiempos de Julio César, los combates de gladiadores permitían controlar al pueblo de Roma: satisfacían su sed de acción y canalizaban cualquier frustración que el pueblo pudiese tener contra el poder.

El relato de Marcial sobre el combate entre Prisco y Vero muestra un resultado inesperado y extremadamente raro. Normalmente, los combates entre gladiadores sólo terminaban cuando un combatiente elevaba un dedo en señal de derrota. Sin embargo, existían otros modos de terminar un combate: se denominaba missio a una acción mediante la cual un luchador podía ser retirado de un combate. Eso no quiere decir que dejase de ser gladiador, sino que dejaba el combate y volvía a los entrenamientos.

El missio ocurría de dos maneras: la primera era que uno de los participantes se rindiese, pero fuese indultado. La segunda posibilidad era un empate. El empate podía ser solicitado por el público o por los propios luchadores, que hacían un gesto mediante el cual entregaba cada uno su espada al otro oponente. Sin embargo, los empates eran vistos con desdén.

El combate entre Prisco y Vero tuvo un final realmente inusual porque los dos combatientes fueron declarados vencedores. Esto marcaba un inicio triunfante a los juegos inaugurales y daba una imagen muy positiva de Tito. Muestra, según Marcial, la justicia de Tito al mantener la regla de la rendición hasta el final, y también valora justamente la capacidad de los gladiadores.